Vaya
que parece que a veces se nos olvida que vivimos en sociedad y que todxs
tenemos nuestros propios problemas... Y joder que cuesta desprenderse del
imperio que creamos con nuestras emociones mal cuestionadas, mal gestionadas; a
veces pareciera que nos dominase la ley de la propiedad, la ley del yo decido dónde
y cómo podemos estar, aquí y ahora.
“Y joder que de verdad yo te quiero y deseo que seas
mi reina, en mi cama, en mi almohada, en mi sexo; PERO MÍA. Y yo quiero que
seas feliz, muy feliz pero aquí, cerca, que no me faltes; pero que no me agobies. Y
joder que mi deseo es imparable y a veces se me olvida escucharte, a veces se
me olvida atender a tus necesidades y tus deseos… Ay, mi reina, estoy tan
ensimismado en mis preocupaciones que complico todo lo que me pones fácil. Ay,
mi reina, estoy tan jodido con mi código de honor que creo que ya empiezo a
odiarte y llorarte.”
Y de verdad que en esas nos quedamos atrapadxs. Y me
pongo a pensar qué es lo que me pasa a mí, por qué llega ese punto en el que a
veces pienso si soy una frívola o qué me pasa. Pero creo que no, creo que
siempre quise ser sólo yo y sólo muchxs… Y tú, y tú, y tú, y tú (también) sospecho que pensasteis que una
borrica como yo cambiaría. Pero soy lo que soy: soy mil locas, mil zorras, mil monstruos
y mil bestias antes que la imagen que habíais hecho ya de mí. Y me he dado
cuenta, sí, porque he luchado y devorado a cada uno de los príncipes azules de
las películas que yo me monté y he llorado y me he lamido las heridas en la
cama y me he bebido mil birras con E.
Ahora quiero que todo quede claro, muy claro. Si te
digo te quiero, es que te quiero. Si te digo amigo, eres amigo. Si te digo te
deseo, te deseo. Y si no digo nada... Pues no nos confundamos porque de montarnos películas
ya estamos cansadxs.
Comentarios
Publicar un comentario