Era una dividida en dos, ¡qué cosa más
rara! Me desperté así: en la cama y en la plaza, en ambos sitios a la par. ¿Cómo
podía ser? Era algo así como tener un clon, o dos clones: era un clon de mi
clon y mi clon era un clon de mí, pero ambos regidos por la misma conciencia.
En un principio me asusté, dije: ¿qué cojones ha pasado aquí? Era totalmente
difícil controlar y sentir dos cuerpos a la par y, más aún, si no sabía cual
era el original y cual la copia.
Quizá la gente no se haga a la idea
de lo que es tener dos cuerpos totalmente distinguidos, cada uno independiente del otro, pero exactamente igual. El ejercicio
mental que me supuso no volverme loca en el preciso momento en el que me di
cuenta de que estaba en dos sitios a la vez, fue enorme. No sabía qué sentir
exactamente así que, me puse a llorar en la plaza y, a la vez, a reír en la
cama (eso sí, ambas cosas de una manera muy fuerte). En la plaza la gente venía
y me decía que qué me pasaba, pero cuando intentaba hablar, lo hacía con las sábanas
(serio problema); en mi casa, mi amiga Paula me gritó desde el salón que de qué
me reía tanto si acababa de despertarme.
-No, ¡he tenido un sueño muy gracioso! –grité. Y la gente de
la plaza se me quedó mirando como si estuviese loca.
Era un
problema, demasiado difícil enviar los estímulos al sistema nervioso adecuado,
así que decidí dormir en la cama y volver desde la plaza a mi habitación.
Estaba dormida y despierta a la vez, pero al menos podía distinguir el sueño de
la realidad. Cuando llegué a casa vi mi cuerpo desnudo en la cama y me desperté
zarandeándome el hombro. Abrí los ojos, bostecé y me miré, dos veces –una por
cada cuerpo- y entonces me di cuenta de que ambos cuerpos estaban desnudos… ¡Qué
vergüenza, y yo andando así por la calle! Pensé que tendría que aprender a
controlar ambos cuerpos a la vez, tendría que ejercitar ambos, comer y cumplir
todas mis necesidades con ambos… No sabía si la muerte de uno supondría la
muerte total o no, así que lo mejor sería que usase ambos. Para conseguir
controlar los dos lo que hice fue pasarme el día delante del espejo, una vista
curiosa: veía mi reflejo repetido dos veces, desde dos perspectivas distintas.
Empecé a hacer ejercicios simétricos, movía mis dos brazos derechos a la vez y
así sucesivamente. Luego, empecé a ejercitar mi capacidad para controlar cada
cuerpo de forma independiente. Me tiré toda la noche y todo el día siguiente
escondida en el baño haciendo eso –joder, ¿cómo iba a contarle esto a mis
compañeros? Qué susto se iban a llevar-.
Cuando me
entró el hambre salí de mi escondite y fui a vestirme -¡ja! Ahora podía elegir
dos modelitos-. Fui al salón y vi a Roberto leyendo.
-¡Hola!
-¡Aaaaaaaaaaaaaaah! –efectivamente, Roberto había levantado
la vista del libro. -¡No sabía que tuvieses una hermana gemela!
-Porque no la tengo.
-Vaya susto que me habéis metido, déjate de bromitas.
-Oye, escucha, no es ninguna broma…
-Me he despertado así.
-Espera, ¿qué dices?
-Digo que me he despertado con dos cuerpos.
-En dos sitios distintos.
-Eso es físicamente imposible.
-Pues parece ser que, desde hoy, no.
-Deja de vacilarme.
-Que te den, tengo asuntos más importantes que atender y
hambre.
Y salí del
salón a la cocina. Allí me di cuenta de toda la utilidad que tenía mi doble
corporalidad: podía poner la mesa y cocinar a la vez, podía freír los huevos y
comer patatas sin necesidad de soltar la sartén. Comí – saboree a la vez el
dulce y el salado- y me fui a tumbarme a la cama y, también, a fotocopiar unas
cosas. Me puse a fumar marihuana en la cama mientras esperaba a volver con las
fotocopias, volví y me puse a fumar con el otro cuerpo y a colocar los apuntes
con el que estaba tumbado. “Joder, esto sí que es drogarse, siento las drogas
en dos cuerpos distintos; pero también puedo estar drogada y sobria a la vez”.
La gente pensará que me tendría que haber vuelto loca, pero con el tiempo cada
vez estaba más convencida de su gran utilidad.
Me tumbé. “Podría
tener sexo conmigo misma, podría mirar como tengo sexo con las personas, podría
montarme tríos y cuartetos con mis dos cuerpos y sentirlo a la vez todo… Esto
va a ser un desfase. Joder, voy a tener que comprar una cama más grande, aquí
ya no entro y prefiero dormir a la vez.”
Y estos
pensamientos me venían a la cabeza. El problema llegó, principalmente, cuando
me di cuenta de que pudiendo estar en dos sitios a la vez, hiciese lo que
hiciese, siempre tendría una coartada. Esto supuso que empecé a usar uno de los
cuerpos para delinquir, para hacer fechorías y, el otro, para hacer una vida
normal que siempre pudiese justificarme ante cualquier denuncia. Cuando volvía
a la noche, el cuerpo de las fechorías me encontraba tumbada en la cama, me
daba un beso y, yo misma, me decía:
-¿Cómo estás, guapa? Jajajaja
-Tú lo sabes mejor que nadie, je.
-¿Te apetece tener sexo?
-Jajajajajajaja.
Vale, sí,
quizá empecé a volverme un poco loca haciendo chistes yo sola y riéndome de
ellos, hablando conmigo misma. Pero cuando todas las apetencias sensibles te
las puedes saciar tú misma y dos veces a la vez, empiezas a ver las cosas de
una manera distinta. Hay personas con las que antes mantenía relación que
dejaron de interesarme, me bastaba conmigo misma. El hecho de estar rodeada de
tanta gente siempre, de mantener la educación dos veces a la vez, me cansaba y
agotaba: me volví muy solitaria, pero me gustaba.
Con el tiempo me mudé a un piso para
mí sola, nadie iba a ser capaz de aguantarme dos veces y, con el dinero que había
sacado robando y atracando, me lo pude pagar. Me compré un perro. Salía a ligar
a las discotecas, bailaba conmigo misma y decía que tenía una gemela; me traía
a los hombres y mujeres a casa y podía adoptar una actitud sumisa y dominante a
la vez. No quería que nadie permaneciese más de una noche allí-.
Finalmente, experimenté cierta
fragmentación mental, potencié cierta bipolaridad. Tenía un cuerpo con el que
saciaba mi crueldad y otro con el que saciaba mi bondad: un cuerpo sumiso y un
cuerpo dominante, una perfecta señorita y un despojo humano. Así era más fácil
llevarlo.
Un día, iba andando por la calle mi
parte vil y vi a un hombre guapísimo, le traje al piso y me lo presenté a mí
misma otra vez. Resulta que fue la única persona a la que pude soportar una
buena temporada, resulta que me enamoré. Pero, claro, él pensaba que éramos dos
personas y no una y, por supuesto, él sólo pudo sentir amor por mi parte vil
pese a haber mantenido relaciones con mis dos partes. Un día, la señorita fue y
le confesó su amor.
-Verás, no puedo corresponderte de esa manera, estoy
enamorado de tu hermana.
-¿Qué hermana?
-Tu hermana gemela.
-Ah, sí… Pues verás, te puedo asegurar que si sientes amor
por ella has de sentirlo por mí, porque somos la misma persona.
-Sois muy distintas.
-No, no, somos la misma.
-Físicamente sois iguales, sí, pero os distinguís mucho.
Incluso en los gestos os distinguís, incluso en la manera de sonreír…
Intenté
explicárselo pero no hubo manera de convencerle. Me fui llorando a la habitación
mientras volvía de comprar el pan. Abrí la cerradura de la casa y me dirigí
hacia él.
-¡Fuera de mi casa!
-¿Qué?
-Me estás haciendo llorar, fuera.
-Pero si tú estás como una rosa. He tenido una discusión con
tu hermana, nada más.
-Que no es mi hermana, que soy yo, fuera de mi vida.
-No lo entiendo.
-Si no me quieres en mi totalidad, FUERA. No dejaré que te
quedes sólo con una parte.
-De verdad, estáis locas las dos.
-Como quieras, te voy a demostrar que el loco aquí eres tú.
Salí de la habitación y me puse junto a mí. Y a la vez
dijimos:
-¡Hola!
Y a la vez nos movimos exactamente igual. A la vez nos
desnudamos y nos volvimos a vestir en el mismo orden. Y a la vez dijimos:
-¿Me crees ahora? Somos la misma persona.
-¿Qué cojones…? Oye, si esto es una broma, no tiene ninguna
gracia.
-No es ninguna broma, de verdad. O me quieres de las dos
maneras…
-O no me quieres de ninguna, porque somos la misma persona.
Se asustó y
salió corriendo. Y, de nuevo, una parte de mí se echó a llorar y la otra a reír.
Doppelgänger sólo que demasiado bonito. Pero me gusta la dualidad.
ResponderEliminarA mi me cuesta mucho escribir mis sueños, tienes tu mérito jajaja