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Bienvenidxs! Este sitio es un lugar en el que arrojar mis pensamientos, escritos, pequeñas creaciones y defecaciones... Si te interesa vomitar las tuyas, quedas invitadx. Si es lo que te mola, puedes cagarte en el cajón de los comentarios; si no es lo que te mola, haz lo tuyo o hazlo tuyo.  Siéntete libre en este espacio y dejemos volar nuestra creatividad con el máximo respeto posible ;)

Doble.


Era una dividida en dos, ¡qué cosa más rara! Me desperté así: en la cama y en la plaza, en ambos sitios a la par. ¿Cómo podía ser? Era algo así como tener un clon, o dos clones: era un clon de mi clon y mi clon era un clon de mí, pero ambos regidos por la misma conciencia. En un principio me asusté, dije: ¿qué cojones ha pasado aquí? Era totalmente difícil controlar y sentir dos cuerpos a la par y, más aún, si no sabía cual era el original y cual la copia.
Quizá la gente no se haga a la idea de lo que es tener dos cuerpos totalmente distinguidos, cada uno independiente  del otro, pero exactamente igual. El ejercicio mental que me supuso no volverme loca en el preciso momento en el que me di cuenta de que estaba en dos sitios a la vez, fue enorme. No sabía qué sentir exactamente así que, me puse a llorar en la plaza y, a la vez, a reír en la cama (eso sí, ambas cosas de una manera muy fuerte). En la plaza la gente venía y me decía que qué me pasaba, pero cuando intentaba hablar, lo hacía con las sábanas (serio problema); en mi casa, mi amiga Paula me gritó desde el salón que de qué me reía tanto si acababa de despertarme.

-No, ¡he tenido un sueño muy gracioso! –grité. Y la gente de la plaza se me quedó mirando como si estuviese loca.

            Era un problema, demasiado difícil enviar los estímulos al sistema nervioso adecuado, así que decidí dormir en la cama y volver desde la plaza a mi habitación. Estaba dormida y despierta a la vez, pero al menos podía distinguir el sueño de la realidad. Cuando llegué a casa vi mi cuerpo desnudo en la cama y me desperté zarandeándome el hombro. Abrí los ojos, bostecé y me miré, dos veces –una por cada cuerpo- y entonces me di cuenta de que ambos cuerpos estaban desnudos… ¡Qué vergüenza, y yo andando así por la calle! Pensé que tendría que aprender a controlar ambos cuerpos a la vez, tendría que ejercitar ambos, comer y cumplir todas mis necesidades con ambos… No sabía si la muerte de uno supondría la muerte total o no, así que lo mejor sería que usase ambos. Para conseguir controlar los dos lo que hice fue pasarme el día delante del espejo, una vista curiosa: veía mi reflejo repetido dos veces, desde dos perspectivas distintas. Empecé a hacer ejercicios simétricos, movía mis dos brazos derechos a la vez y así sucesivamente. Luego, empecé a ejercitar mi capacidad para controlar cada cuerpo de forma independiente. Me tiré toda la noche y todo el día siguiente escondida en el baño haciendo eso –joder, ¿cómo iba a contarle esto a mis compañeros? Qué susto se iban a llevar-.
            Cuando me entró el hambre salí de mi escondite y fui a vestirme -¡ja! Ahora podía elegir dos modelitos-. Fui al salón y vi a Roberto leyendo.
-¡Hola!
-¡Aaaaaaaaaaaaaaah! –efectivamente, Roberto había levantado la vista del libro. -¡No sabía que tuvieses una hermana gemela!
-Porque no la tengo.
-Vaya susto que me habéis metido, déjate de bromitas.
-Oye, escucha, no es ninguna broma…
-Me he despertado así.
-Espera, ¿qué dices?
-Digo que me he despertado con dos cuerpos.
-En dos sitios distintos.
-Eso es físicamente imposible.
-Pues parece ser que, desde hoy, no.
-Deja de vacilarme.
-Que te den, tengo asuntos más importantes que atender y hambre.

            Y salí del salón a la cocina. Allí me di cuenta de toda la utilidad que tenía mi doble corporalidad: podía poner la mesa y cocinar a la vez, podía freír los huevos y comer patatas sin necesidad de soltar la sartén. Comí – saboree a la vez el dulce y el salado- y me fui a tumbarme a la cama y, también, a fotocopiar unas cosas. Me puse a fumar marihuana en la cama mientras esperaba a volver con las fotocopias, volví y me puse a fumar con el otro cuerpo y a colocar los apuntes con el que estaba tumbado. “Joder, esto sí que es drogarse, siento las drogas en dos cuerpos distintos; pero también puedo estar drogada y sobria a la vez”. La gente pensará que me tendría que haber vuelto loca, pero con el tiempo cada vez estaba más convencida de su gran utilidad.
            Me tumbé. “Podría tener sexo conmigo misma, podría mirar como tengo sexo con las personas, podría montarme tríos y cuartetos con mis dos cuerpos y sentirlo a la vez todo… Esto va a ser un desfase. Joder, voy a tener que comprar una cama más grande, aquí ya no entro y prefiero dormir a la vez.”
           
            Y estos pensamientos me venían a la cabeza. El problema llegó, principalmente, cuando me di cuenta de que pudiendo estar en dos sitios a la vez, hiciese lo que hiciese, siempre tendría una coartada. Esto supuso que empecé a usar uno de los cuerpos para delinquir, para hacer fechorías y, el otro, para hacer una vida normal que siempre pudiese justificarme ante cualquier denuncia. Cuando volvía a la noche, el cuerpo de las fechorías me encontraba tumbada en la cama, me daba un beso y, yo misma, me decía:
-¿Cómo estás, guapa? Jajajaja
-Tú lo sabes mejor que nadie, je.
-¿Te apetece tener sexo?
-Jajajajajajaja.

            Vale, sí, quizá empecé a volverme un poco loca haciendo chistes yo sola y riéndome de ellos, hablando conmigo misma. Pero cuando todas las apetencias sensibles te las puedes saciar tú misma y dos veces a la vez, empiezas a ver las cosas de una manera distinta. Hay personas con las que antes mantenía relación que dejaron de interesarme, me bastaba conmigo misma. El hecho de estar rodeada de tanta gente siempre, de mantener la educación dos veces a la vez, me cansaba y agotaba: me volví muy solitaria, pero me gustaba.
Con el tiempo me mudé a un piso para mí sola, nadie iba a ser capaz de aguantarme dos veces y, con el dinero que había sacado robando y atracando, me lo pude pagar. Me compré un perro. Salía a ligar a las discotecas, bailaba conmigo misma y decía que tenía una gemela; me traía a los hombres y mujeres a casa y podía adoptar una actitud sumisa y dominante a la vez. No quería que nadie permaneciese más de una noche allí-.
Finalmente, experimenté cierta fragmentación mental, potencié cierta bipolaridad. Tenía un cuerpo con el que saciaba mi crueldad y otro con el que saciaba mi bondad: un cuerpo sumiso y un cuerpo dominante, una perfecta señorita y un despojo humano. Así era más fácil llevarlo.
Un día, iba andando por la calle mi parte vil y vi a un hombre guapísimo, le traje al piso y me lo presenté a mí misma otra vez. Resulta que fue la única persona a la que pude soportar una buena temporada, resulta que me enamoré. Pero, claro, él pensaba que éramos dos personas y no una y, por supuesto, él sólo pudo sentir amor por mi parte vil pese a haber mantenido relaciones con mis dos partes. Un día, la señorita fue y le confesó su amor.
-Verás, no puedo corresponderte de esa manera, estoy enamorado de tu hermana.
-¿Qué hermana?
-Tu hermana gemela.
-Ah, sí… Pues verás, te puedo asegurar que si sientes amor por ella has de sentirlo por mí, porque somos la misma persona.
-Sois muy distintas.
-No, no, somos la misma.
-Físicamente sois iguales, sí, pero os distinguís mucho. Incluso en los gestos os distinguís, incluso en la manera de sonreír…
           
            Intenté explicárselo pero no hubo manera de convencerle. Me fui llorando a la habitación mientras volvía de comprar el pan. Abrí la cerradura de la casa y me dirigí hacia él.
-¡Fuera de mi casa!
-¿Qué?
-Me estás haciendo llorar, fuera.
-Pero si tú estás como una rosa. He tenido una discusión con tu hermana, nada más.
-Que no es mi hermana, que soy yo, fuera de mi vida.
-No lo entiendo.
-Si no me quieres en mi totalidad, FUERA. No dejaré que te quedes sólo con una parte.
-De verdad, estáis locas las dos.
-Como quieras, te voy a demostrar que el loco aquí eres tú.

Salí de la habitación y me puse junto a mí. Y a la vez dijimos:
-¡Hola!
Y a la vez nos movimos exactamente igual. A la vez nos desnudamos y nos volvimos a vestir en el mismo orden. Y a la vez dijimos:
-¿Me crees ahora? Somos la misma persona.
-¿Qué cojones…? Oye, si esto es una broma, no tiene ninguna gracia.
-No es ninguna broma, de verdad. O me quieres de las dos maneras…
-O no me quieres de ninguna, porque somos la misma persona.

            Se asustó y salió corriendo. Y, de nuevo, una parte de mí se echó a llorar y la otra a reír.

Comentarios

  1. Doppelgänger sólo que demasiado bonito. Pero me gusta la dualidad.

    A mi me cuesta mucho escribir mis sueños, tienes tu mérito jajaja

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